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martes, 24 de marzo de 2015

Un 2015 tiré mi pasado a la basura (ya era hora)*

 Un 2007 me enamoré de una persona que me cambió la vida por completo, y esta frase, aunque puede parecer tierna, no estoy segura de que lo sea. A veces creo que me cagó la vida, y otras veces no sé si agradecerle, pues sin haber conocido a esta persona, mi vida no sería lo que es, y yo no sería como soy (justamente por eso, todavía no decido si es bueno o malo).
 Un 2009 su primer beso me hizo la persona más feliz del mundo. Me sentí distinta, y me marcó para siempre. Entonces me llené de ilusión, de luz, y me brillaron los ojos. Un mismo 2009 me rompieron el corazón como nunca antes nadie pudo haberlo hecho. Y quizás yo fui la culpable de haberle dado siempre el espacio para que haga conmigo lo que quiso. Comencé a escribirle cartas todos  los meses, nunca las envié.
 Un 2010 perdoné, porque si hay algo que no tengo es rencor (y la capacidad de olvidar, definitivamente).
 Un 2011 nos despedimos para siempre, por culpa o gracias a un tercero. Quise creer que eso era lo mejor para todos, y como hice desde aquel 2007, antepuse sus deseos a los míos, porque yo amé de verdad.
 Un 2012 viví su ausencia como una tragedia aunque realmente no lo era.
 Un 2013 empecé terapia para olvidar. Pero descubrí mucho más y entendí muchas cosas.
 Dejé que arruine mi vida. Permití arruinarme la vida con su recuerdo porque creí que su presencia era lo único que podía hacerme feliz. Me equivoqué.
 Un 2014 me sentía tan enamorada y herida como el primer día. Nos reencontramos, por casualidad. La última carta la escribí en febrero. Por primera vez, hice algo por mí.
 Un 2015 tiré todas las cartas. 52 cartas con nombre y apellido al dorso. 52 cartas con múltiples estados de ánimo. Patéticos, dolorosos, con dejes de madurez ya casi a lo último. No las volví a leer enteras.
 No puedo decir que fue una mala persona, la historia tiene y siempre va a tener dos campanas, dos vidas distintas que sintieron y decidieron como pudieron. Yo sé que soy una melodramática, y tal vez tomo las cosas de un modo distinto, pero esa sensibilidad me permitió aprender muchísimo de la vida, esté bien o esté mal. También creo que nunca se deja de amar, pero yo todo este tiempo quise estar atada al pasado. Tuve mis motivos, no lo sé. Me hirieron mucho pero esto es algo que va más allá de una entrada en un blog. 
 No sé si me siento libre, es una sensación muy distinta. No estoy segura. Quiero ir corriendo a sacar las cartas de la basura, y al mismo tiempo, sé que la basura tiene que quedarse allí. 
 No amo a aquella persona, y hoy creo que nunca la amé bien.