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miércoles, 9 de enero de 2013

El camino de la vida*

 La vida se pasa más rápido de lo que pensamos, de lo que podemos ser conscientes. Me acuerdo como si fuese ayer cuando se reían conmigo de mis logros. 
 Nací, aprendí a caminar, apendí a hablar, aprendí a leer y también a escribir. Me hice amigos, algunos que aún hoy están a mi lado. Fui tan inocente, enamoradiza, y emprendedora. También fui líder y un poco mandona. Fuí bella y fui feliz.
 Después crecí, cada año hubo más responsabilidad en mi vida, perdí esa inocencia. Me desilusionaron y desilusioné, me enamoraron y enamoré. Tuve altas y bajas. Fui triste, pero sé que aprendí con eso.
 Hoy soy lo que soy gracias a todo lo que viví. A las personas con las que hablé, a los momentos que pasé, a las lágrimas que derramé, a la sangre que perdí. A las personas que amé y a las que me amaron. A los amores correspondidos y a los no correspondidos. A los amigos que se fueron y a los que todavía siguen ahí.
 De vez en cuando me siento en mi cama esperando volver a ser aquella niñita que con una tiara en la cabeza ya era princesa, y otras cuántas veces me siento en el mismo lugar tratando de imaginarme en un futuro, siendo mamá, viviendo sola, teniendo mi empleo. 
 A veces vuelvo y me doy una vuelta por el pasado. Mirando fotos, llorando amores, leyendo cartas... A veces desempolvo mis Barbies y recuerdo esas locas historias que se llevaban horas de mi niñez. A veces escucho canciones y simplemente cierro los ojos y me dejo llevar.
 Siempre perdemos el tiempo, recordando o proyectando. Yo no me arrepiento de perderlo, esas cosas que viví y esos sueños que quiero alcanzar son lo que me hacen HOY y AHORA ser lo que soy. El presente no es más que un montón de recuerdos, proyectos y sueños adentro de un alma.

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