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sábado, 31 de diciembre de 2016

Hay cosas que no cambian*

Hay cosas que nunca cambian. Me gusta pensar un año nuevo como un comienzo, un volver a empezar. Siempre, con las mismas o distintas costumbres, quiero volver a empezar. Vuelan deseos, se queman las cosas malas, se renueva la energía o el infaltable saltito de pie izquierdo a derecho justo a las doce. Este año me explotó todo en la cara. Estoy enferma. Y sin embargo no hay nada diferente. Estoy triste, a veces muy contenta. No puedo decir que fue un año de mierda porque no lo fue. Sólo que ahora estoy enferma. Sigue sin importarle a nadie. Tengo muchas alumnas, alguien que me quiere y me acompaña. Tengo techo y comida, aunque muchas veces no la quiera. Y también tengo un cartel con las calorías de McDonald's desde el 2009. Nada cambió. Pasaron los años, los amores, los amigos, las etapas y los problemas. El cartel siempre estuvo ahí firme, como un montón de otras cosas. Yo sé que no me enfermé este año. Me vengo enfermando desde hace mucho, pero no pude más. Me enfermó la decepción, la presión, me enfermó estar siempre para los demás y aún así sentirme sola, la poca libertad y sobre todo, las palabras que no pude decir. Hoy a la noche, voy a mirar las estrellas y voy a pedir simplemente, darme una oportunidad. Me la merezco.

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