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miércoles, 28 de agosto de 2013

Una entrada desde lo profundo de mi sinceridad*

 Me duele el cuello, la espalda, las piernas. Me despierto todos los días, estiro los pies y me suenan. Muevo la cintura y algún hueso se hace notar. Mi bolso mide lo mismo que yo, y si no fuera una gorda diría que pesa más que yo. Mi agenda está vacía porque ya ni siquiera tengo tiempo para escribir todo lo que hago. Mis amigos ya no me invitan a tomar mates. De vez en cuando, tomamos algunos con Giuliana, casi al pasar, y se queda a dormir. Ya no charlamos antes de dormir, nos acostamos y duermo, pobrecita ella se queda un poco más despierta. Ya no me siento a almorzar, excepto los miércoles y viernes. Sólo pienso en lo cansada que estoy. Lloro, todas las noches antes de dormir. Y a veces a la tarde, o de día. Lloro, en cualquier momento bah. Me habla mucha gente que no me interesa sobre cosas que me interesan aún menos. Me hablan de fin de semana un domingo, cuando ni siquiera sé si quiero vivir un día más. Tengo que estudiar, falto mucho. Falto mucho a todos lados, porque necesito descansar, y al fin y al cabo ese descanso no me sirve, porque al otro día me siento peor. Más perdida, más enferma, más cansada. No entiendo nada. No me sé ninguna coreografía. No avanzo. En nada, ni en Reina, ni en comedia, ni en clásico, ni en la vida. Quiero sonreír. No puedo. Finjo. Quiero ir a la peluquería. No tengo ni tiempo, ni plata. Tengo el cabello un asco. Quiero innovar, quiero tener energía. Me tomo la vitamina todas las mañanas, pero no sirven. Me pregunto qué sería de mí si no me tomase esa vitamina. Quiero tener buena onda, y me hablan a la mañana cuando me levanto. Me preguntan cosas sin sentido. ¿Cómo te fue? ¿Lindo el ensayo? ¿Qué comiste? Preguntas que me joden porque no cambian nada en la vida del otro, finjen interesarse por mi vida y se quejan cuando respondo con sinceridad que me fue como el orto, que no me sé las coreografías y comí un sandwish con pan duro que me salió $30 sólo porque los venden a media cuadra del Obelisco. Entonces me retan, opto por no contestarlas. Y ahí es cuando no entienden por qué la rebelde sin causa ahora utiliza el silencio. Y ahí paso a ser la conflictiva. Quiero ser o al menos parecer una persona normal, entonces escribo con caritas felices mientras lloro, total, nadie me ve. Quiero progresar, pero no puedo. Me sorprende mi capacidad minimalista y conformista. Mi cuerpo canaliza todo. Me autodiagnostico stress. Me acuesto a dormir y al ratito me suena la alarma, son las cinco. Otra vez, viajar tres horas para ir a Reina a que todo me haga recordar que estoy como el orto, que no sé nada y que me cuelgo. Tengo hambre, estoy gorda. Me vence. Me pongo y me saco los lentes de contacto como cinco veces al día. A veces me maquillo y a veces no. Me miro al espejo, tendría que depilarme las cejas, pero los domingos a las tres de la mañana (vendría a ser mi tiempo libre) no me acuerdo. Entonces parezco Helga Pataki. Llega el fin de semana y yo quiero dormir. Pero claro, estoy triste, porque me va mal en todo, porque la única posibilidad de chico que me gusta que tenía terminó chapando con un amigo, si, AMIGO, porque estoy sola y gorda, y porque soy una mala hija, hermana y pariente, y cuando tengo que cocinarle a los demás hago milanesas que por supuesto me salen secas porque no sé cocinar ni quiero aprender. Entonces salgo, salgo para ver cómo todos chapan menos yo, salgo para embriagarme y tener qué contarle a mi psicóloga el jueves cuando vaya a mi sesión. Porque claro, no tengo ganas de sacar a relucir toda la mierda inconsciente que tengo, ya me basta con mi vida diaria. Algún que otro día alguien me saca una sonrisa y me olvido del mundo, pero cuando me acuerdo es peor. El sábado voy con resaca a un curso en Buenos Aires, al que no quiero ir pero voy porque sería algo muy copado para mi curriculum y me regalaron media beca, se supone que no cualquiera se gana media beca. Entonces pasó otra semana, yo sigo sin inventar las coreografías para las clases que doy y como tengo problemas sigo posponiendole clases a mis alumnas, después se me juntan clases de dos horas y no puedo ir a ayudar a Nerea a educación física como le prometí. Mañana me levanto temprano y hago todo, digo. Y al final son las doce y yo estoy haciendo las milanesas secas para Nerea que llega y media. Después llega mamá y me reta porque la mesada está sucia, porque no fui capaz de pegar una barrida y porque no me tendí la cama. Yo vengo acá, lloro un rato. Escucho música deprimente, algo de Birdy, Kodaline o Coldplay mientras que escribo acá. Se quejan de que estoy todo el tiempo en la computadora, aunque todo el tiempo vendría a ser el tiempo que estoy en mi casa. Porque la oveja negra incomprendida no habla con su familia, se encierra y se aisla. Entonces paso a ser la bohemia soñadora que espera que le caiga todo de arriba. Ahí me canso, todos gritamos y yo odio el mundo (y el mundo me odia a mí, es el único sentimiento compartido que tengo con algo/alguien). Me quiero mudar e irme lejos de acá, para vivir como yo quiero. Estoy gorda, ¿ya lo dije? Si. Quiero empezar el gimnasio, pero no, no tengo tiempo. Y además en Reina no nos dejan, porque corta elongación y blablabla. Empiecen pilates, empiecen yoga ashtanga, empiecen clásico, empiecen tai chi, qué se yo. No tengo tiempo para llorar que termino llorando en el ascensor de la psicóloga, así que no voy a empezar ni el gimnasio ni nada de las otras cosas. Quiero dormir, pero para siempre. A la mierda con todo, twitteo y me voy a dormir. Buenos días, make a wish, twitter off. Esos nunca faltan.

domingo, 25 de agosto de 2013

Oveja negra incomprendida*

  A veces simplemente me siento una incomprendida. Es que, al fin y al cabo, así me siento. La distinta, la rara, la oveja negra de la familia, de la vida, de la sociedad. Si sólo alguien me entendiera, si sólo alguien se atrevería a ponerse en los zapatos de esta melodramática tan sólo una hora de mi vida, quizás así alguien se daría cuenta del sufrimiento autoimpuesto.
 ¿Buscar la felicidad o evitar el sufrimiento? Una vida llena de sacrificios. Una vida de placeres que van disminuyendo poco a poco para llegar a esa, mi felicidad. La que a mí me da tanto placer y quizás otros no entiendan. Aquel amor con el que sueño que algún día va llegar, cuando simplemente quiero a alguien que me escuche y me haga olvidar del tiempo, ese tiempo que me consume y no me deja ser yo misma.
 Ya no voy, ya no quiero luchar por los demás. Lucho por mí y por mis ideales, por más turbios que sean. Yo sé que hay un lugar dentro de mí que sabe perfectamente que algún día va llegar esa persona que entienda lo inentendible de mi ser. Y mientras tanto, trataré de disfrutar de lo que me aparta de los demás.

miércoles, 21 de agosto de 2013

Me pregunto por qué sólo hay cosas que me inspiran.
Días como hoy, con un hermoso sol y un aroma de Septiembre.
Tardes de lluvia con frío.
Música tranquila, lenta, linda.
Pensar en mis sueños, soñar despierta.
La felicidad, la tristeza.
Las contradicciones, la paz, el stress.
El esfuerzo, el cansancio.
Vivir, sentir.
Me pregunto por qué siento esa necesidad de expresar todo con palabras.
Por qué me quiero mostrar al mundo.
Por qué grito cuando me callo hasta que exploto.

viernes, 16 de agosto de 2013

HETEROFOBIA (CORTO) *

 Llegué a este link, una chica lo subió a Facebook y lo abrí. Es un corto realmente muy fuerte, es más, estoy escribiéndo acá, sobre él, porque me quedó un nudo en la garganta y millones de emociones que hacen que mi piel siga erizada.
 Si tienen la oportunidad de poder sentarse un poco menos de veinte minutos, este corto vale la pena.
 Pensar que todavía hay gente que sufre porque no es aceptada por su diversidad sexual. 
 SIGLO XXI ¡ENTIENDAN QUE LAS COSAS CAMBIARON!
 Por ejemplo, la Iglesia prohibe la homosexualidad pero sin embargo, la homosexualidad en sí misma no es considerada un pecado. Lo que es considerado pecado es el acto homosexual, ya que se sostiene que no tiene un fin más que placentero, ya que como es anti-natural, no tiene el fin de la vida (claaaro, como si los heterosexuales garcharan sólo cuando quieren tener hijos). Entonces, ¿lo que la Iglesia plantearía es que está bien sentirse y/o ser homosexual pero no está bien demostrarlo o expresarlo? ¿Que los homosexuales cristianos (llamados a la castidad por el Catecismo de la Iglesia Católica - 2359 -) deberían reprimir sus propios sentimientos? Y planteo esto desde mi postura súmamente cristiana, porque creo fervientemente en Dios, pero hay cosas que no comprendo, ésta por ejemplo.
 A veces me sorprende el grado de discriminación en cuanto al tema, como si la homosexualidad siguiese perteneciendo a esa lista de enfermedades psicológicas de la que no es parte desde hace, exactamente, 17 años. Pensar que cuando yo nací era una enfermedad... La sociedad va avanzando, de a poco.
 Siempre me sorprenden las reacciones de mi abuela, por ejemplo. Escandalizada, se hace la señal de la Cruz cuando se entera que alguien es homosexual. Creo que nunca me había dado cuenta de cuán conservadora es mi familia (y creo que muchas familias).
 Me gustaría que haya un futuro distinto, en dónde cada uno pueda hacer de su intimidad y de su vida lo que quiera. La homofobia me parece tan estúpida... ¿hacen falta tantos suicidios? ¿tanta gente cortándose por una no aceptación? Creo que es parte de cada quién decidir hacerse responsable de lo que siente y cómo influye esto en la sociedad y en sus pensamientos, es decisión de cada quién dejar que los comentarios o pensamientos de los demás influyan en tu vida. Pero también creo que en cierto punto te satura una discriminación que no tiene fundamentos. 
 No estás matando, no estás robando, estás sintiendo amor, hermosa reflexión que me dijo una amiga una vez...
http://www.youtube.com/watch?v=GKt7YqJ7Egw

miércoles, 7 de agosto de 2013

 Y de repente me cayeron algunas lágrimas, y la tristeza invadió todo mi cuerpo. Sentí escalofríos y corrí para escribir esto, para desahogarme, para buscar una vez más en mí misma las respuestas a tantas de mis dudas.
 A veces siento que estoy destinada a la soledad, que la vida termina devolviéndome todas las cosas que hice mal. A veces me siento tan sola, tan triste, que eso me desvía de mis metas y sueños.
 Yo no pido muchas cosas, o quizás si, pero lo que realmente quiero es alguien que esté al lado mío apoyándome, queriéndome. ¿Por qué siempre soy yo la que quiere?
 Veo a tantas personas felices, juntas, pero también veo a tanta gente que se quiere y se hiere y pienso, pienso mucho. Y también me veo a mí, sola, amando, porque también amo aunque no me amen, y llega un punto en el que me hace mal. 
 Estar sola, sentirme sola, llorar sola, dudar sola, errar sola, pensar sola, aprender sola. Quiero alguien que esté a mi lado para caernos juntos/as, para aprender, para mirarnos, para ayudar cuando esté mal y que me ayude, para poder avanzar. 
 ¿Tan poco me merezco, tan mierda soy? Yo admito que tengo errores, que no soy perfecta, pero nadie lo es. Me pone mal, yo no sé qué actitudes tomar. 
 Ya va a llegar, o eso me dicen todos, pero ¿será que siempre me enamoro de la persona equivocada? ¿por que tanto sufrimiento con algo que debería ser hermoso?

domingo, 4 de agosto de 2013

Gravity *

- Tenés una estética visual escénica muy bella. Además, el vestuario era increíble. Lográs romper la barrera de la distancia artista/espectador. Dejás tu marca, mediante lo interpretativo, y por supuesto, lo técnico. Además el vestuario marca tu línea de piernas, se veía la proyección de los pies hasta el empeine bien logrado. Sin contar tus expresiones faciales que fueron justas, medidas y arrolladoras, Y el plus es la elongación que tenés, justamente no corta la línea corporal, te agranda y quedás inmensa en el escenario. Esto entre otras cosas.. Lo que digo es posta lo que me provocaste. De hecho, terminó la coreografía y me saqué los lentes, suspiré y dije: te odio Dinora. Muy pero muy logrado todo, me quito el sombrero. Definitivamente tenés una naturaleza para el lyrical.
- Bailaste re bien, tenés dones para bailar, fue lo mejor que ví, vos diez puntos.

- Es- ca-lo-fri-os
¿Cómo no estar feliz con todo eso que me dijeron hoy? Gravity fue la mejor coreografía que hice en mi vida, la primera vez que me animo a bailar a dúo. Disfruté muchísimo hacerla y por suerte ya tenemos otras fechas para repetirla. Saber que por fin estoy venciendo las barreras que me perjudican, saber que estando arriba del escenario tengo la energía que necesito, que es lo que tanto me frustra en las clases, ahora sólo tengo que nivelarlo. GRACIAS por todos los comentarios hermosos que me hicieron sobre la coreografía, realmente estoy muy feliz y a cada segundo me doy cuenta de cuánto amo esto que elegí ♥

jueves, 1 de agosto de 2013

Compartiéndome, con todos menos con ellos *

 No voy a llorar. Al menos no delante de ellos. A veces pienso que me vuelvo cada vez más superficial, más fría. Sólo acá, en mi casa, en mi familia. Punto fijo, mirada fría, actitud sobradora, y sin embargo, de la puerta para afuera, al contrario de todos los demás, me muestro vulnerable, frágil.
 La pregunta es: ¿cómo soy realmente? ¿soy la fría o la débil? Ni yo estoy segura de eso.
 ¿Por qué los demás pueden sentirse cómodos y protegidos en su familia y yo no? Sé que no son ni mis padres ni mis hermanas, más bien soy yo misma la que juega un papel del que no puedo salir, aunque queda en evidencia que no me beneficia.
 No me siento con la libertad de expresarme, tengo una traba para hablar con ellos, y es absurdo que esté escribiendo esto y publicando siempre lo que pienso y siento, acá que lo puede leer literalmente todo el mundo, y que con ellos no pueda compartirlo. Ni mis metas, ni mis sueños, ni mucho menos mis problemas o angustias. Nada.
 Estoy negada a eso, negada a abrirme, negada a la conversación familiar.
 Siento que ya no puedo cambiar eso que me bloquea. Reitero, que ME bloquea. En mi casa nadie me impide hablar, es más, muchas veces debería hacerlo y no puedo. Siento que ya me quedan menos años para poder irme de mi casa y formar mi hogar con sus propias reglas. Siento que si viví dieciocho años de esta forma, ya no se puede cambiar. Ya somos todos grandes, sería una hipocresía. 
 Pero también siento que es raro saber que el que tendría que ser mi lugar, no lo es. Y quizás es por ello que me refugio escribiendo, sincerándome vaya a saber con quién que seas vos, quien me está leyendo, si me conocés o no, y sé que probablemente no te importe mi vida ni te interese cómo me siento, y que llegaste a esta blog quién sabe cómo.