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miércoles, 6 de febrero de 2019

< PROYECTO TRILOGÍA >

 El proyecto trilogía consiste en tres videos de danza con temáticas diferentes, propuestos para tocar temas sensibles que decidí, después de mucho tiempo, visibilizar. Desde mi lugar como artista y sobre todo como profesora de chicos y adolescentes, decidí ponerle el cuerpo en primera persona a algunas de mis creaciones para hablar de lo que no se suele hablar.
 Acá voy a contar un poco de los detalles y lo que quise trasmitir, por si a alguien le dieron ganas de saber un poquito más. ¿Por qué elegí estas coreografías? Porque de alguna forma, fueron especiales para mí.


https://www.youtube.com/watch?v=PkhT4AUOWes
 Strangers, de Halsey. A simple vista podemos decir que habla sobre la salida al mundo, la salida "del clóset" de una persona. Pero va más allá de eso. Rompe mitos y miedos para poder desenmascararse y sobre todo entender que hay cosas que la sociedad nos impuso como malas que no lo son. Pero sobre todas las cosas, habla sobre amor. Un amor difícil de asumir, difícil de aceptar, difícil de mostrar. Es el miedo al qué dirán, al ser juzgado, al fracaso (en cualquiera de sus formas, pero en este caso representado en una sexualidad).

https://www.youtube.com/watch?v=p6mT5_mxK8w
 Believer, de Imagine Dragons. Habla sobre la manipulación de nuestros pensamientos sobre nosotros. La frivolidad con la que las enfermedades mentales pueden atacarnos sin previo aviso. Lo quise representar como egoísmo, soberbia, angustia, pánico y ansiedad. Pero básicamente habla sobre la depresión.

https://www.youtube.com/watch?v=NTCNvwdrvpM
 Kindly calm me down, de Meghan Trainor, habla sobre un TCA (Trastorno de la conducta alimentaria) y la transformación de cuerpo y alma de alguien sometido a una enfermedad que te engaña con tu propia percepción mientras muta en vos. 

 Sexualidad, trastornos mentales y trastornos alimenticios. 

 Son temas muy amplios, que tienen muchísima información al respecto y no me daría la vida ni los videos para abordarlos por completo (y más que nada, porque no soy profesional) pero hay datos escalofriantes. Más del 80% de los adolescentes ha sufrido o sufre por alguna de estas tres temáticas. El 80% de los adolescentes están disconformes con su cuerpo HOY. Sigue habiendo discriminación y existe el bullying a personas de la comunidad LGBTIQ+ aún estando en el siglo XXI. Se sigue romantizando la depresión, la bulimia, la anorexia.
 Decidí crear este proyecto como objetivo personal, porque hoy puedo ser la voz de un montón de personas que no pueden hablar. Después de mucho tiempo, entendí que a veces, uno puede bailar lo que no puede decir. Y espero que mi representación artística, con todo el respeto que le tuve a estos temas (que son muy delicados) le llegue a alguien.

viernes, 29 de diciembre de 2017

Pulsiones*

 El ser humano tiene dos pulsiones: la pulsión de vida, y la pulsión de muerte. Son dos fuerzas opuestas e innatas que están perfectamente equilibradas. Por un lado, la pulsión de vida se relaciona con la obtención del placer, como por ejemplo comer, besar, soñar, tener sexo; mientras que la pulsión de muerte es una tendencia destructiva que se ve exigida a repetir situaciones dolorosas. Cuando la pulsión de muerte es mayor, se produce un desequilibrio emocional. Es importante destacar que ambas pulsiones son inconscientes.
 Aprendí esto hace muy poco tiempo, y con esto quiero que se tome consciencia de que “estar triste” es normal, porque es parte de la vida, pero el desequilibrio emocional es más que eso. Hay personas que ante el desequilibrio emocional tenemos variaciones en la parte neurológica y accedemos a psicofármacos para equilibrar la parte química. Puede tener que ver con la genética o no, y hay diferentes diagnósticos para las amplias enfermedades mentales que hoy existen.

 Como persona con trastornos de personalidad, pido, ruego, que dejen de romantizar las enfermedades mentales, de hacer chistes, que autodiagnosticarse. Esto es horrible.

miércoles, 8 de febrero de 2017

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No, no es que "me guste". En principio todo ocurrió así, cuando lo probé y me gustó. Como la mayoría de las cosas que probé por curiosidad y sólo por ser prohibidas
 Y cuando te gusta quedás inmerso en un juego al que tal vez después, cuando pasa el tiempo, te das cuenta de que no querías jugar. Pero ya es tarde para arrepentirse y mirar atrás. Ya no se puede salir
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viernes, 6 de enero de 2017

El último tren*

Lo que siento es exagerado, lo que no siento es lo que debería, por lo tanto siempre pero siempre hay una presión invisible e indescriptible que aprieta, que dice "dale, sentilo así todo es más fácil". Oveja negra, rebelde, malhumorada, egoísta, puedo ser una o todas ellas (y muchas más como inútil, desagradecida y algunas más que a mamá le encanta repetir). Acá nadie se va a poner en el lugar del otro, y el más cansado, el que tiene siempre la razón, va a ser quien tiene el poder. Hay quienes no tenemos voz, y otros que deciden no usarla, aunque la tienen, no quieren usarla. No tenemos voz porque nunca tuvimos ese espacio, porque hay montones de cosas que se dicen, pero como lo que siempre tengo para decir está mal, está errado, está fuera de cualquier parametro normal, y repito, como es exagerado, llega un punto en el que no tenés más ganas de hablar, ¿para qué? ¿para quién? Si por más que grite de verdad o en silencio, nadie se va a poner en mi lugar. Ni en el cansancio, ni en la frustración ni en la angustia, como si nunca nadie más lo hubiese sentido. Acusada, juzgada, etiquetada. Porque acá eso es una mierda y si vivís en mi techo no está permitido. Porque acá eso es estar enfermo, pero la depresión, la anorexia, la bulimia son exageraciones. Y eso que ya no pueden decir que es porque soy adolescente porque se está pasando el tren. Y a estas alturas, no sé si va a ser el único tren que se vaya, quizás yo me vaya en el último... Al fin y al cabo, si tanto te gusta andate, si te vas no vuelvas. Mirá si me rompo, mirá si me muero, mirá si me mato. Si me mato no voy a volver, y después no te arrepientas, porque qué buena chica y llena de sueños que era. Sueños que nadie cuidó. Hago lo que puedo gente. Pero no me ayudan, no me liberan. Me encierran, me atan, me hunden. Para mí no es una pelotudez, y si para vos lo fuera, ¿por qué juzgar? Claro, porque tienen el poder. Felicidades entonces, por decidir que perder es mejor que perdonar y escuchar. Lejos está de lo que me enseñaron.

sábado, 31 de diciembre de 2016

Hay cosas que no cambian*

Hay cosas que nunca cambian. Me gusta pensar un año nuevo como un comienzo, un volver a empezar. Siempre, con las mismas o distintas costumbres, quiero volver a empezar. Vuelan deseos, se queman las cosas malas, se renueva la energía o el infaltable saltito de pie izquierdo a derecho justo a las doce. Este año me explotó todo en la cara. Estoy enferma. Y sin embargo no hay nada diferente. Estoy triste, a veces muy contenta. No puedo decir que fue un año de mierda porque no lo fue. Sólo que ahora estoy enferma. Sigue sin importarle a nadie. Tengo muchas alumnas, alguien que me quiere y me acompaña. Tengo techo y comida, aunque muchas veces no la quiera. Y también tengo un cartel con las calorías de McDonald's desde el 2009. Nada cambió. Pasaron los años, los amores, los amigos, las etapas y los problemas. El cartel siempre estuvo ahí firme, como un montón de otras cosas. Yo sé que no me enfermé este año. Me vengo enfermando desde hace mucho, pero no pude más. Me enfermó la decepción, la presión, me enfermó estar siempre para los demás y aún así sentirme sola, la poca libertad y sobre todo, las palabras que no pude decir. Hoy a la noche, voy a mirar las estrellas y voy a pedir simplemente, darme una oportunidad. Me la merezco.

martes, 12 de enero de 2016

Solía ser... *

 Solía ser una chica soñadora. Muy soñadora. Empezando desde chiquita, cuando decía que quería ser princesa si me preguntaban qué quería ser de grande. Soñaba con ser la protagonista de una historia de Disney, y más tarde, con ser la actríz que interpretara a esa protagonista. Solía soñar con trabajar con Cris Morena, porque algo en mí me decía que tenía esa luz. Solía ser una chica que disfrutaba de todo, pero sobre todas las cosas, de estar arriba de un escenario y de tomar clases que me entusiasmaban. Solía llegar temprano, y volver para seguir ensayando en casa. Solía ser una chica que disfrutaba bailar sin pensar, elongar por placer e inventar coreografías. Solía soñar con ser de las que "bailan atrás" (más tarde aprendería que se llama ensamble) en los programas de televisión o en el teatro. Cabe aclarar, no atrás de Tinelli, sino en programas como Tu cara me suena u Operación Triunfo. Solía ser una chica con mucha imaginación. Solía dibujar. Solía escribir, primero fueron unos cuentos para el colegio, y más tarde se me ocurrían más y más ideas que luego lograrían ser cuentos propios, que también luego lograrían ganar concursos literarios. Y empecé a escribir mi novela. Y tenía un blog. Y la gente lo leía. Y lo halagaba. Y de repente iban creciendo las visitas, yo iba escribiendo más. Y pasaron los años y seguí escribiendo (aunque cada vez menos). Ya no participaba en concursos, y mi novela estaba en stand by, porque mientras tanto yo seguía viviendo y ya saben, la adolescencia no es nada fácil, y menos para una Drama Queen. A pesar de eso, me llegaban mensajes de varias personas que seguían motivándome y solía leer "me sentí identificada con tu entrada" "me encanta cómo describís lo que siento". Y les aseguro que no hay sensación más gratificante que el saber que a alguien le llega lo que hacés, más para un artista, porque después de todo, es lo que me considero. Escribiendo, bailando, cantando, o actuando (dibujando lo descarto porque ya casi no lo hago, y nunca pude expresar realmente algo). 
 Extraño un poco a esa chica. A la que no le importaba lo que piensen los demás, sólo irradiaba luz, y no le importaba que la tilden de cursi por ser fanática de Cris Morena. Varias veces tuve que escuchar "la vida no es una novela de Cris Morena, Dinora. Hacete responsable de una vez". ¿Y saben? Me hice responsable. Pero perdí todo lo demás. Y a veces vuelvo a ser aquella, cuando estoy arriba de un escenario, o cuando desempolvo la novela para escribir un capitulito más, y jodo a alguien para que la lea y me opine, o cuando leo comentarios viejos, de esos que te hacen sonreír y dicen "siempre te leo". A la que no tenía técnica, pero bailaba por toda la casa. A la que estaba horas y horas ensayando y no se quejaba por las malas organizaciones institucionales o lo cara que es la cuota. A la que la pasión la manejaba y no le importaba tener que viajar tres horas de ida y tres horas de vuelta para hacer  lo que le gustaba. Extraño a la soñadora porque... me extraño a mí. Extraño disfrutar sin pensar. Extraño esa inspiración de todas las noches para escribir. Extraño que me miren y me digan "sos talentosa, tenés futuro", porque la de ahora se esconde y está perdida. Extraño los comentarios de "estoy esperando tu novela". Me extraño.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Ave fénix*

 Pienso que una de las cosas más difíciles para el ser humano es ser a partir del dolor. El dolor, un sentimiento y más bien una palabra tan profunda, tan filosófica y también tan cliché. Resurgir de las cenizas suena muy poético, pero creo que el verdadero desafío está ahí. Ser a partir del dolor, resucitar del sufrimiento. No para poder seguir, sino para recomenzar. Resurgir sin volver a surgir, sino para comenzar una nueva vida a partir de eso que nos pasó. Recomenzar, y también darnos la oportunidad de perdonar y perdonarnos, apostar unas cuantas fichas por la nueva partida. Aunque el dolor nos acuchille, nos mate lentamente, nos hunda bien abajo como si no existiera otra salida. Y no me malinterpreten, no es que de repente me haya vuelto positiva, más bien sigo siendo la fatalista y melodramática de siempre. Allá en el dolor, donde todo se inunda con un par de lágrimas y el mínimo golpe bajo abre una herida enorme, allá es donde realmente nos vemos cara a cara con nuestras fragilidades, con la debilidad misma. Allí es cuando nos conocemos, cuando nos vemos desnudos en cuerpo y alma y vemos cómo nosotros mismos nos conducimos a entregarnos por completo a ese algo o alguien que hoy nos lastima (y aclaro, en ese alguien también estamos incluídos nosotros mismos). Y duele, duele el dolor y duele enfrentarse con uno mismo pero de verdad, no como esos pensamientos que llegan a esta hora, cuando te querés dormir y te quedás pensando. No, no. Acá en el dolor te ves miserable, humillado, por nada más ni nada menos que por vos mismo. Pensás en salir adelante, pensás en rendirte, empezás a flashear telenovela mexicana y te ves internado en un neuropsiquiátrico mirando por la ventana. Pero no, estás en tu casa, llorando y mirando cómo llueve y cómo el mundo conspira para que el mundo de mierda que tenés adentro también sea como el de afuera. Hay que vivir en el dolor y no queda otra, hay que hacer el luto, hay que sufrir el sufrimiento y bancarsela. El problema es cuando le tomás el gustito, suena ilógico, ¿no? ¿a quién le gusta vivir así? Bueno, eso ya es tema para otra entrada... O mejor, esperen mi novela (sí, como si alguien la estuviera esperando, ¿no? Qué ilusa).