Cuando uno aclara cosas y puede desprenderse del pasado, ve la luz. Porque hay proyectos nuevos, porque uno crece y su pensamiento cambia, porque se da cuenta de muchas cosas y empieza a querer y poder dejar ir, así uno ve la luz.
Una luz que se anhela desde lo lejos, desesperadamente, porque queremos alejarnos de una vez por todas de ese dolor que sigue ahí y no nos deja ver más allá, que no nos deja avanzar.
Pero el pasado insiste en ahogarme, en hundirme, como si al fin y al cabo eso sea lo único seguro en mí.
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