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domingo, 25 de agosto de 2013

Oveja negra incomprendida*

  A veces simplemente me siento una incomprendida. Es que, al fin y al cabo, así me siento. La distinta, la rara, la oveja negra de la familia, de la vida, de la sociedad. Si sólo alguien me entendiera, si sólo alguien se atrevería a ponerse en los zapatos de esta melodramática tan sólo una hora de mi vida, quizás así alguien se daría cuenta del sufrimiento autoimpuesto.
 ¿Buscar la felicidad o evitar el sufrimiento? Una vida llena de sacrificios. Una vida de placeres que van disminuyendo poco a poco para llegar a esa, mi felicidad. La que a mí me da tanto placer y quizás otros no entiendan. Aquel amor con el que sueño que algún día va llegar, cuando simplemente quiero a alguien que me escuche y me haga olvidar del tiempo, ese tiempo que me consume y no me deja ser yo misma.
 Ya no voy, ya no quiero luchar por los demás. Lucho por mí y por mis ideales, por más turbios que sean. Yo sé que hay un lugar dentro de mí que sabe perfectamente que algún día va llegar esa persona que entienda lo inentendible de mi ser. Y mientras tanto, trataré de disfrutar de lo que me aparta de los demás.

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