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miércoles, 5 de noviembre de 2014

La misma gorda de siempre*

  "Ya llegó demasiado lejos" pensó ella mientras se limpiaba la boca con su mano derecha. Su cuerpo flaqueaba en el suelo de su habitación, y una media sucia ocultaba su vergüenza más reciente. Era a todo o nada, y ella lo sabía muy bien. Había algo que no la dejaba hacer las cosas bien. Si hacía oídos sordos a esas voces, terminaba de cuclillas en el baño. Aunque últimamente, ya no existía la intimidad del baño y el silencio. Ahora sólo necesitaba un lugar en donde poder sacar las palabras que se tragaba, y la comida... Un cesto, la ducha, la calle o por último, la ropa sucia. No daba para más. "No estoy enferma". Sabía que no estaba enferma, no podría caer en algo tan absurdo como eso, no. Son sólo unos días, son nervios acumulados, es stress. Ella no impulsaba el vómito, ya no. Su cuerpo lo asimilaba solo porque... por todas las razones antes nombradas, no es que ella estuviera enferma, no. No estaba conforme con su cuerpo, lo odiaba, se odiaba por ser portadora del mismo. Las costillas que días atrás sobresalían de su pequeña cintura se encontraban ocultas, tapadas por grasa, porque la última semana decidió volver a comer. 
  "Ahora todos están contentos, ¿no? Volví a comer, ¡volví a ser la misma gorda de mierda de siempre! ¿FELICES?" repetía en silencio mientras se miraba en el espejo. Sus lágrimas eran cada vez más y dejó caer su cuerpo al suelo una vez más. Lloraba con angustia, y con la media sucia al lado.

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