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domingo, 23 de noviembre de 2014

Sangre adolescente*

 No tiene que ver con la utilidad ni con la función. Ella lo sabía muy bien, no tenía ningún sentido ni lógica cortarse. No ayuda a los problemas, ni mucho menos a sus soluciones. Pero no podía más, ella no podía más y sus lágrimas brotaban, sus sollozos retumbaban, una vez más, en la casa vacía. Ella sabía que su única salvación era ella misma, y también sabía que no quería morir, sólo quería que las cosas sean distintas, y las cosas estaban más allá. No sabía cómo, pero después de mucho tiempo, ella volvía a tener en la mano una hoja de afeitar. Lloraba y gritaba. No puedo. No puedo. A ella no le entraba la angustia y la tenía que sacar. La sangre corría por su muñeca izquierda, y las lágrimas se iban secando. La respiración acelerada se calmaba y ella empezaó a pensar de nuevo. Se secó las lágrimas, fue al baño y lavó la herida. La futura cicatríz no la hacía feliz.

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